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¡Diviértete en la media parte!

Martín Cáceres empotró el pasado lunes su flamante Ferrari contra una parada de autobús. El jugador de la Juventus de Turín salió físicamente ileso del siniestro, pero tendrá que afrontar las consecuencias de su comportamiento, puesto que ha dado positivo por alcoholemia. Este no es el primer caso en que un futbolista famoso se ve envuelto en un accidente de tráfico. Son jóvenes, ricos y famosos y conducen espectaculares vehículos, muchos de ellos incluso personalizados. Pero, en ocasiones, la potencia les juega una mala pasada.

 

Hay algunos jugadores a los que les gusta demasiado la velocidad, como a Karim Benzema que en marzo de 2013 fue condenado a pagar una multa de 18.000 y a ser privado de su carné de conducir durante 18 meses. ¿La infracción? Conducir a 194,4 kilómetros por hora por la M-40. También parece tener problemas con los límites de velocidad Michael Ballack que fue cazado a 211 km/hora en una autovía de Extremadura. Más grave es el caso de Beckham que, según los testigos, conducía de manera temeraria por una autopista de Los Ángeles con su hijo Brooklyn en el coche cuando chocó con otro vehículo cuyo conductor tuvo que ser hospitalizado.

 

Otros parecen no respetar la máxima, si bebes, no conduzcas. Guti colisionó en 2010 con un autobús en Estambul tras circular durante unos metros en dirección contrario. Se negó a realizar el test de acoholemia y fue trasladado a una comisaría donde pudo comprobarse que su tasa de alcohol en sangre quintuplicaba el límite legal.

 

Y otros simplemente, han sufrido accidentes absurdos como Banega, que se rompió la tibia y el peroné al ser atropellado por su propio coche. Al parar a repostar, olvidó poner el freno de mano y el coche se desplazó hacia atrás provocándole una lesión que le mantuvo apartado de los terrenos de juego durante seis meses.

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