Que se te caiga la pelota al riachuelo es tan mítica como que se quede atrapada debajo de un coche, se cuelgue en un árbol, en el tejado o en el patio del vecino, sí, ese que tiene un Rotweiler…
Sí, todos tenemos un balón de cuero antiguo como este, hecho polvo de la de chutes que le hemos dado desde pequeños, mojándose e invierno y desinflándose en el verano, esperando, en el patio trasero de casa, a que volvamos a jugar con él.
Desde luego, la cara de los aficionados cuando se aproxima a su careto una pelota de baseball a esa velocidad es un poema… deporte de riesgo, sin duda.