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Ya hay que tener poco rencor deportivo para visitar una escultura que recrea el momento en el que otro jugador te dio un cabezazo… pero es que esto ya ha trascendido de ser una mera agresión en un partido de fútbol porque fue de Zidane, uno de los jugadores más templados, más queridos y de mejor calidad de la historia, y fue en la final de un mundial. Pasa a ser, directamente, ARTE y así lo refleja el Museo Pompidou de París. Bravo por ti, Materazzi.