Cabezazo
Ya hay que tener poco rencor deportivo para visitar una escultura que recrea el momento en el que otro jugador te dio un cabezazo… pero es que esto ya ha trascendido de ser una mera agresión en un partido de fútbol porque fue de Zidane, uno de los jugadores más templados, más queridos y de mejor calidad de la historia, y fue en la final de un mundial. Pasa a ser, directamente, ARTE y así lo refleja el Museo Pompidou de París. Bravo por ti, Materazzi.
Sí, sabemos que la violencia en el deporte no debe de existir, pero reconoce que cuando hay leches entre entrenadores (y más si son agresiones simbólicas, tipo los dedos en el ojo de Mou a Tito o un inofensivo cabezazo del entrenador de Serbia al de Inglaterra) molan mil. A veces el juego sucio no está tan mal.